miércoles, 18 de septiembre de 2013

Más allá de la puerta de los Cráneos. Savage Worlds



El aire olía a sangre esa mañana. Rorik desayunaba un pedazo de carne de zorro cocinada en el fuego de su improvisado campamento la noche anterior. Su sabor era bastante desagradable aunque su calor hacía que sus jóvenes (y vacías) tripas se alegrasen esa lluviosa mañana de otoño. 
Al cabo de un rato vio a una silueta en el camino de Brithunia. Su grácil andar y sus ropajes revelaban que era una mujer, aunque su postura, más acostumbrada a las cubiertas de los ensangrentados barcos del Vilayet que a los caminos de tierra, hacía que sus dos cimitarras se balanceasen de lado a lado haciendo bastante ruído. Definitivamente, una mujer que no tenía miedo de que supiesen que estaba allí.
Rorik la observó como le había enseñado su padre, hace ya algunos años en  el clan Halcón de Nieve, en la no muy lejana Cimmeria. - Observa (recordó por un momento) en el tiempo en que vuela una flecha, en un solo golpe y sin perder el tiempo. Tal vez los eruditos de Numalia o los Sacerdotes de Mitra tengan tiempo de ver las cosas mucho más tiempo...Pero nosotros sabemos que en cualquier momento, Crom, puede reclamarnos a su montaña.- 
  Aunque acercó su espada, no hizo demasiado caso a la desconocida que se acercaba por el camino y continuó royendo el duro y malsano pedazo de zorro chamuscado.



Al cabo de un rato, Ataris de Shangara ,(pues así se llamaba la pirata) llegó al pequeño campamento de Rorik, hijo de Tiwyll y comenzaron a hablar un pequeño momento. El tiempo no les daría ningún momento para conocerse mejor, más allá de que ninguno tenía intención de hacer daño al otro, ya que al cabo de unos minutos unos gritos en el viento traerían el ruido del acero y el ya cercano olor de la sangre.

En lo alto de una colina herbosa apareció una figura envuelta en pieles y pesadas armaduras, que aunque iba muy cargada con malla y varias armas, corría, haciendo que el su pelo rojo color sangre ondeara en el viento de la mañana. Una vanir-pensó rápidamente Rorik- Tras ella, a cierta distancia, dos grandes perros negros vestidos con armadura corrían tras la que se convertiría en su tal vez primera víctima del día si no hacían nada.
Rorik y Ataris desenvainaron sus armas al unísono y se encaminaron hacia los  caninos perseguidores. -Es muy temprano para ser desayuno de perros-gruñó Rorik
-Si no la ayudamos, tal vez seamos nosotros el segundo plato- bromeó Ataris, girando una de sus cimitarras con la mano derecha.

Tras el rápido combate y con los dos perros muertos en el suelo, los tres observaron a un pequeño grupo de hombres guiados por un jinete que blandía un gigantesco martillo de guerra, observándolos desde la parte superior de la colina. Ataris, Rorik y Holda (pues así se llamaba la Vanir) se preparaban en posición de combate para un nuevo encuentro cuando el pequeño grupo de esclavistas dió media vuelta y abandonó la persecución.

Esclavistas Vanires


Las presentaciones se sucedieron tras los hoscos agradecimientos de la vanir, aunque el destino no daría demasiada oportunidad de relajo a los recién encontrados compañeros. Una pequeña caravana, precedida por soldados vestidos con ajadas armaduras aquilonias y comandada por Tracio, un aguerrido jinete con un solo ojo,  les ofrecería trabajo y compañía hasta el pequeño asentamiento minero de Hevelik, hacia donde se dirigían.

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